domingo, 11 de octubre de 2009

DEJATE DE HACER LA TONTA Y PEDI HORA CON EL OCULISTA!!!

Mama, estás llorando?

No mamita...Me arde la vista. Viste que se me rompieron los lentes el otro día?

miércoles, 7 de octubre de 2009

LOS IMPONDERABLES DE SIEMPRE

-No soporto que me cambien los planes a último momento. Es como que no se dan cuenta de que uno tiene una vida, sus cosas, organización, etx.
-Y qué sentís, cuando pasa algo asi?
-Siento que se me cae el andamio que tengo montado
-Bien, pero vos no tenés en cuenta a los imponderables
-Perdón? Qué quiere decir los imponderables?
-Y...La gente que viene y te afloja los tornillos en el cuarto piso...
-Tampoco te lo tomes como que se te cae el andamio, tomalo como que viene alguien y te afloja un tornillo. Tené esto en cuenta y no te vas a hacer tanto problema.
De todas maneras, la pregunta es (a segundos de terminar la sesión, claro está): Por qué siempre te juntás con imponderables?

lunes, 5 de octubre de 2009

VACACIONES EN BRNO - REPUBLICA CHECA

Julio 28, 1996

He pasado una semana espectacular, a todo ritmo, en la Republica Checa.

Los que fuimos, ocho: Mischa, Roman-quien es oriundo de esas tierras y por ende, el que habla el lingo del lugar. Tobías, Cristian, Laura, su hermana Hedra, Nick-novio de Laura- y yo.

Salimos en auto desde Benglen a las 12 del mediodía. Pasamos por Austria, Alemania y volvimos a entrar a Austria. Nos metimos en Viena y pudimos ver algo de la ciudad, la cual nos dejo boquiabiertos al ver los edificios tan antiguos pero excelentemente restaurados y mantenidos.

A las 12.30 de la noche, entramos a la Rep. Checa. El detalle fue que al presentar los pasaportes, ninguno de nosotros alguna vez recordó que yo era argentina y que necesitaba visa. El papa de Roman, habló en checo con la policía y me tramitaron la visa en el momento.

Seguimos camino. Llegamos a la casa de los abuelos de Roman en BRNO. Pensé que ahí era donde pasaríamos unos días que según Mischa y Roman, serian inolvidables gracias a la paz, magia y demás del lugar, pero realmente me preguntaba donde carajo estaban el bosque, el río y la comunidad en medio de una ciudad!

Los abuelos nos recibieron como duques. En el piso de arriba, había un departamento con dos habitaciones, baño, cocina y comedor, donde había bebida y strudel de manzana con tortitas negras!

La casa de los abuelos de Roman fue ocupada por los comunistas y eventualmente, la recuperaron.

Dejamos las cosas y fuimos a la estación de tren a buscar al resto de la compañía. No los encontramos hasta media hora después y volvimos a la casa.

Estuvimos en el balcón charlando y, poco a poco se fueron yendo a dormir, aunque Cristian y yo, nos quedamos despiertos. Charlamos en español cuando estamos solos. Aprendió el idioma en Ecuador, cuando se fue a estudiar. Los gringos flipan con Sudamérica...Compartimos unos cigarrillos y charlamos hasta el amanecer.

Entonces, decidimos ir a desayunar.

Nos encontramos con el “Gorila bar” el cual, haciendo honor a su nombre, estaba lleno de “Gorilas” que siendo las ocho de la mañana, ya iban por el tercer tanque de cerveza.

Luego del café, me entere que partíamos hacia la comunidad. Haríamos dos viajes a causa del espacio físico que un auto podría brindar a ocho personas. Además, yo necesitaba ir a la estación de policía a solicitar la extensión de mi visa.

Así fue, que Roman, Tobías, Cristian, el abuelo de Roman, que siendo abogado, se ofreció gentilmente a patrocinarme y yo, nos dirigimos hacia la estación de policía. En diez minutos solucionamos el tema y aprovechamos para recorrer y ver algo de la ciudad. Fue una sensación muy ambigua. Se nota como la transición del comunismo hacia la democracia se va dando lentamente. Esta gente estuvo tantos años bajo un régimen tan duro que hoy en día, le cuesta asimilar tanta libertad. Hay edificios llenos de agujeros de balas en sus fachadas y hay edificios ultra modernos en construcción, al lado de los baleados.

La gente lleva buena cara y pasamos por un mercado de frutas y verduras en la calle.

A la una volvimos a la casa de los abuelos de Roman y salimos para la comunidad. Pleno campo con una villa de muy pocas casas.

Bajamos todos los bartulos y nos despedimos del papá de Roman. El se quedaba en Brno y volvía a Zurich en unos días.

Teníamos una habitación para los ocho de nosotros. En horas se convirtió todo en un caos de ropa, elementos de camping, tambores, instrumentos de percusión y demás...

Pero como estábamos todo el día afuera en el taller de cerámica, en el bosque o dando vueltas por ahí, no molestaba.

Lo primero que hicimos fue ir a ver el bosque. Todo lo que Roman y Mischa me habían contado durante noches inmersos en el bosque de Benglen haciendo fogatas, era verdad. El lugar era soñado. Había un mirador desde el cual, se veía el ocaso y metros bien abajo, un hilo de plata: el río.

El tema de esta comunidad fue creado por una checa, de campo, quien aparentemente es llamada “mama”, pero su verdadero nombre es Marcela y es muy macanuda. Aquí hay mucha gente joven. Algunos en rehabilitación y otros, camino al “Rainbow Camp”, que este año se celebra en Portugal. Y nosotros.

Entre los personajes: Un dreadlock man de nombre Radium. Un amigo de el, no se el nombre. Estos dos la tenían re clara con la máquina (la que da vueltas mientras uno estira algo parecido a un florero con las palmas de las manos)

Luego estaba Mariano (un loco de la guerra). Michael, en curso para pasar temporada ahí. Todos súper macanudos.

Esa noche, hicimos un fogón. Es increíble como baja la temperatura a la hora de la luna. Vino una de las cocineras y nos dio a cada uno, un vaso de vino tinto caliente. Entonces decidí que era momento de invitar a la famosa “china” Apareció Mariano y nos fue presentado por Roman. Mariano, se encarga del horno de barro el cual, calienta a 1500 grados C. Nos invitó a pasar a su taller, que con el horno de compañía, el ambiente se hizo más que agradable. Fumamos sentados junto al horno. El único detalle era que Mariano no sabía una palabra de inglés. Lo único que hablaba era checo. Y como encima estaba para cantarse un tango, se le ocurrió, justo en ese momento, enseñarnos checo! Hasta hizo aparecer de no se donde, una pizarra y tiza!

Jamás entendimos una palabra, pero nos quedamos y nos divertimos un rato.

Poco a poco, fuimos conociendo a todos.

El segundo día lo pasamos de mañana en el taller de cerámica. Algunos bien, generando objetos y otros como yo, tratando de amigarse con la maquina a pedal. Es muy difícil hacer un jarrón en esa cosa! O bien, me podía pasar toda la mañana tratando de levantar el bollo de cerámica o una vez que lograba levantar unos centímetros, de pronto todo se tornaba un gran descontrol y quedaba llena de barro mirando todo el salpique producido por mi torpeza, en los trabajos de los demás.

Después almorzábamos todos juntos, comidas hechas por “mama Marcela”. Un día, hizo una sopa de hongos recién recolectados del bosque. Deliciosa...Los hongos eran tan grandes y tiernos, que parecían carne!

Y a la tarde, algunos se iban al bosque con sus hamacas paraguayas a descansar. Yo me iba a caminar en español con Cristian, por los prados “chuecos”, hasta llegar a un monte altísimo de alfalfa, en donde nos subíamos como si tuviéramos 4 años!

Otra noche, se nos permitió el ingreso a la casa de Marcela. Estaba lleno de mujeres, algunas tenían hijos. Una de ellas tocaba la guitarra y cantaba canciones de cuna o contaba cuentos. No se le entendía nada, pero el momento, fue reconfortante.

Anduvimos en bici, jugamos hacky, practicamos malabares y algunas tardes nos íbamos a un llano en donde el pasto estaba alto. Entonces, nos sentábamos en ronda y tocábamos nuestros tambores durante largos ratos. Hedra y Laura, bailaban alrededor de la ronda. Que hippies que éramos...

Todas las noches, había una fogata, una guitarra, una canción, un vino, buena onda. O sino, nos íbamos a la habitación de chico dread quien, tenia un hogar a leña y nos quedábamos escuchando música ahí.

A los pocos días, decidí rendirme ante la máquina de cerámica y opte por el método tradicional. Es de esta manera, que logré realizar un candelabro para mi madre, un arito en forma de luna, un huevo con pelotitas adentro para hacer percusión, un didgeridoo, y una chica, me ayudo a hacer un tambor con la máquina. Mariano me consiguió cuero de chancho para hacer el parche y los chicos me ayudaron con el trenzado y el ajuste. Tiempo después, ya de vuelta en Benglen, le pinte un sol en forma de estrella al parche y lo decoré con unas trenzas de colores. Hicimos una fogata en el bosque y bautizamos mi tambor.

Pero volviendo a Europa del Este, debí dejar todos mis objetos ahí, porque no tuve tiempo de poner las cosas en el horno. Así que Cristian se comprometió a llevarme las cosas a Zurich.

Yo volví a Zurich a la semana porque debía reintegrarme al trabajo. Los chicos se quedarían dos semanas más. Que envidia.

Recuerdo muchas cosas y momentos de este viaje. Pero lo que en seguida me viene a la mente es la imagen de Mischa, Roman y yo sentados en el techo a dos aguas del quincho de entrada a la comunidad. Fumando un pucho y mirando el cielo, en silencio.