miércoles, 9 de julio de 2008

ESTILO MILONGUERO: EL OCHO

Llegamos a nuestra tercer clase. Tarde, a causa del maldito tráfico de la CABA. Encaramos el baile con lo aprendido hasta el momento, dado que no tuvimos oportunidad de practicar. Salió. Me hice cargo de mi acelere y le pregunté a mi compañera si se sentía bien. Entonces la profesora nos tira el ocho a las principiantes, nos ve bailar y marca a los conductores el tema del abrazo y como es su técnica (pasar el brazo por debajo de los brazos de la conducida y agarrarla desde el omóplato derecho. A mí, me va agarrar de la cintura, pero es mucho más cómodo tomar a la mujer desde un poco más arriba de la cintura) y el tema de la caminata. Claro. El que conduce, no levanta los talones del piso. Pero esa es una de las cosas a las que me cuesta acostumbrarme. Y la otra mortal fue la de la mano. Que aunque yo tenía el rol de conductor, tomaba a mi pareja de la mano pero, como conducida y Tocci notó durante todo ese tiempo (hasta que la profe se dió cuenta) que estaba media trabada! Después del aggiornamiento inicial, salimos a la pista. Costó un poco. Convengamos que no hay manera que deje a mi compañera mirar el piso. Incluso la profesora le dijo que no mirara el piso al bailar, porque sino adelantaría mis pasos. Por si no ha quedado claro: la cuestión muchach@s, se trata de transmitir al otro, lo que uno quiere hacer, por medio del movimiento. Ubicamos la dirección de la piernas y entonces, logramos bailar una pieza entera con diferentes combinaciones. Le mostramos el ocho a la profesora y nos dijo: "muy lindo" Esto es todo un logro y en poco tiempo. Ya puedo sacar a bailar a alguien y de hecho, bailar. Por supuesto que falta muchísimo para alcanzar el nivel que deseo. Pero me encanta. Luego de la clase, nos quedamos. Saqué a bailar a mi compañera. Conocimos gente nueva y muy linda. Pasó alguien que nos dijo que las dos éramos preciosas y que bailábamos muy bien. Impresionante!!! Como me dijo mi terapeuta: "La que se viene..." Y mi estado, es de absoluta felicidad. Sin embargo, no me quedé con esto y decidí que era hora de sacar a bailar. Entonces, fichamos y encaramos (y no sentí nervios) porque es como todo juego que uno acepta jugar. Pero a partir de ahora, midiendo un poco más nuestra jugada. Fuí hasta su mesa y le pregunté si quería bailar y lo hicimos. Me siguió, me comprendió. Lo mismo con la próxima y con intercambio de rol incluído. Todo terminó muy bien y entonces, encaré para casa con el ocho en mi cabeza y con mucha sensación.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

esa es mi Ale!!!
chan - chan!

te amamos
Lore y Dani