miércoles, 11 de noviembre de 2009

DE AUSENCIAS Y PRESENCIAS

Creo que ante todo, uno debe ser buena persona. Creo que ante la falta de criterio actual que existe en el mundo, es muy difícil concluir si uno es buena o mala persona. Me parece que es el escalón inicial como para poder encarar algún tipo de proyecto. Sobretodo, si ese proyecto incluye el traer hijos al mundo.

He pasado por situaciones no muy gratas durante mi niñez y adolescencia. Recuerdos imborrables. Lastimaduras que tardaron en sanar. Y de todo esto, creo que me han quedado algunos "dolores crónicos"

Recuerdo que no veía la hora de que arribaran mis 18 años para lograr el pasaje a la libertad: irme de la casa de mi madre. Lo hice y en cuanto pude, me fuí a buscar a mi padre, a quien no tuve a lo largo de 7 años. Y pude construir un vínculo sano con el, algo que jamás he logrado construir con mi madre.

Sin embargo, insistí a mi vuelta. Parecía que todo iba bien, pero como históricamente se sucedieron los hechos, todo se desmoronó en cuestión de segundos. Y el efecto fue terminante. Cerré mi vida en Buenos Aires, hice mis valijas y volé para volver nuevamente. El problema se convirtió en conducta. Acostumbrada a tanto derrumbe, me convertí en una avalancha de furia que se encargó de barrer con todo en su camino.

Perdí tanto...Me quedé tan sola...Me odié en todo aspecto durante tanto tiempo...

Hace poco recibí un mail en dónde los perdones y las disculpas adornaban la sintaxis del pseudo-arrepentimiento. No respondí. Quedé sumida en el silencio porque luego de tantos años, conozco perfectamente el mecanismo de acción: Palabras que se las lleva el viento y que no están sostenidas por hechos concretos.

Creo que la vida da muchas oportunidades sin criterios de inclusión y/o exclusión. He aquí el ejemplo de mi padre quien desapareció de un día para el otro. Me dejó un cuadro y me dijo que se iba del país. Trató de explicarme que era su única salida para poder vivir tranquilo. Pero con 8 años, luego de bajar del micro del colegio y ante un padre que se va para siempre, mucho no pude comprender y ni siquiera intenté hacerlo. Se perdió tantas cosas...

Hoy comprendo mucho más. Luego de haber vivido una historia semejante a la de el, tengo un punto de encuentro. Varios. Es claro que no pudo ver crecer a sus hijas. No pudo participar de absolutamente nada. Y de todo lo perdido, nada se puede recuperar. Al presente, nos dedicamos a construir. Quizá no haya tenido la oportunidad de criarme, verme crecer, etx. Pero la vida le ha dado una segunda oportunidad: Ahora es ABUELO, Lola lo adora y está siempre presente.

Nada más...

3 comentarios:

lucianakalas dijo...

"ante todo, uno debe ser buena persona"

Esa frase la repite constantemente mi mejor amigo Pancho cuando salto impulsivamente con algún comentario de los míos, que quizás salen por la bronca que me producen ciertas actitudes de las personas que a veces me rodean.
La gente se arrepiente casi todo el tiempo, pero pocos son los que se arrepienten y cambian realmente.
Esas personas dispuestas a cambiar, son las que se merecen una segunda oportunidad...

Es muy grato leerte Ale, siempre aprendo.
Un abrazo, Lu.

Ale dijo...

Pequeña Lulú,
Muchas gracias por tu última frase: "siempre aprendo"
Creo que más que gracias, es un honor escuchar algo así...
Con respecto a tus impulsos...Te cuento que yo también tengo los míos (jeje...acuarianas...) Pero el tiempo, el crecer y un shot de paciencia, es el trago necesario para esos momentos. Te dejo un beso enorme!

lucianakalas dijo...

No me tenés que agradecer, en realidad yo debería hacerlo...
es la realidad.

Las cuotas impulsivas vienen junto a la partida de nacimiento de las acuarianas jaja, y sí, creo que nos lleva toda una vida aprender a dominarnos, pero nunca lo terminamos de hacer.
Un par de experiencias más que me permitan crecer, y algunas dosis de paciencia y creería que el tema impulso quedaría un "tanto" solucionado.

Un abrazo Ale!
Y... gracias.