jueves, 29 de abril de 2010

SOSTIENE ALEJANDRA

Sostengo que todos los niños nacen locos. Completamente locos. Sostengo que la locura es el principio de todo lo que viene después. Sostengo a la locura como el día 0.
No puedo hacer alarde de mis capacidades con respecto a la paciencia. Tampoco puedo decir que los niños me dan vuelta, me encantan, son la razón de mi vida y tendría 6, si pudiera. NO.
Pero en cuanto a su comportamiento como mera observadora, creo que es una de las cosas que me ha ayudado a comprender la vida un poco más, me ayudó de camino hacia la vuelta a mi fuente; hacia recuerdos desaparecidos. Descubrirlos...es un viaje, pero para otras crónicas...
Volviendo a los niños y la manera en que se comportan, todas las veces que me colgué a mirarlos un rato (y mucho mejor si no se hacen cargo de que hay alguien más, además de ellos, alrededor) pude ir convenciéndome cada vez más de que están todos absolutamente locos: caras y poses grotescas , lenguas inmanejables que salen de sus bocas, acciones totalmente espontáneas de esas que a un adulto le llevó años controlar, invenciones de palabras que provocan estallidos de carcajadas. Observar a los niños, es algo insano, divertido y al mismo tiempo, revelador.
He andado por algunos lugares en los que me he topado con adultos que están completamente dementes, incluyendo vagabundos y sujetos de muy buen pasar. Y tanto los dementes adultos como los niños, ¡Actúan de la misma manera!
La conciencia o la dimensión de la realidad es igual en ambos casos. NO EXISTEN.
Sostengo que somos las personas adultas, las que vamos haciendo que estos niños vayan cobrando cierto tipo de "sanidad mental", al educarlos, al reprimir sus deseos (en ciertas ocasiones deseos de ficción y tantas otras, deseos para los que hace falta un gran apoyo moral por parte de su círculo, el cual no está disponible), al bajarlos casi exageradamente a la realidad, en fin, el camino que toda persona debe recorrer.
Sostengo que reprimimos sus locuras pero los adultos muchas veces, no reprimimos las nuestras y sin ni siquiera estar locos. Creyéndonos absolutamente normales.
Ahora desenroscala...


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