Vivíamos seis en una casa que había sido tomada por más de 13 años. Asegurado el no envío de cartas de desalojo. Con 20 libras a la semana estaba bien.
El frente tenía puertas y marcos pintados de celeste mientras que la piedra era del mismo gris que el cielo londinense y el jardín de adelante daba tanta pena como mi maldito, vulnerable y jóven corazón partido.
Me tiré una tarde sobre la mesa. Sábana celeste, pintura roja y letras imprenta: "Vete, olvida mi nombre, mi cara, mi casa...Y pega la vuelta!" Como para mantener el espíritu combativo del okupa, lo colgué de la ventana del frente de la casa en caso de que el culpable de mi pena tuviera necesidad de visitarme una vez más. No se si habrá visto mi mensaje pero seguro que si no exageraba tanto con mi reacción hubiera sido la inventora del post it.