Viajar. Eso sí que abre la cabeza. Viajar para encontrarse. Los adolescentes deberían concluir su secundario, ponerse una mochila al hombro y viajar. El tiempo, lo pone uno. Depende de los planes personales, por supuesto.
Tuve la oportunidad de viajar. No fue planeado sino un último recurso para salir de la nada mental propia del adolescente errático. Sin embargo, algo constante en todos los años de mi infancia y pre-adolescencia fue contar con una madre intrépida quien, organizaba caravanas vacacionales a Brasil, al sur y otros lugares fuera del circuito atlántico.
Y terminé en Europa y decidí quedarme a vivir y maduré ciertas cosas y logré volver y toda la mar en coche autobiográfica. El tema es que en todos estos lugares, que son algo parecidos y en los que estuve, quise vivir. Pero por cuestiones de dinero, timing o lo que sea, quedó sólo en un deseo.