¡Damas y caballeros! ¡Esta es la milonga!
¡Mandinga! (Con un poco de candombe negro)
Quilombo…
(“hija del candombe, así como el tango, es hijo de la milonga”)
Salí a bailarla, a ver si te atrevés.
A ver si podés seguirle el ritmo…A ver si podés sostenerla.
Tratá de llevar a tu compañera. A ver si la podés llevar?
“Cambio de parejas!”
“Cambio de roles!”
“Uno y uno!”
(Bien ahí, me susurran al pasar)
Y te apasiona, y si te gusta bailar y sabés llevar el ritmo, ni te cuento… Y la risa mientras uno baila? Los comentarios con tu compañera: “Estoy mandando cualquiera!””Yo te sigo, dale” “Roten y al mismo tiempo trasládense y al mismo tiempo revisen la pista, cosa de no llevarse a nadie puesto”
Y la transpiración que cae en gotas por tu cuello y tu cara.
Y un nuevo cambio de roles.
¡Ahora te toca llevar a un chico!
¿Querés bailar?
¿Te llevo?
¿Sueno confusa?
¿Es confusa?
(Si nos vieran los viejos!)
¡¡¡Pues que sea confusa la milonga y no la vida carajo!!!
Que ya somos bastante grandes…
Y en el medio de la confusión, hacé la tuya, bailá lo mejor que puedas.
¡Sacále viruta al piso!
¡Sacále provecho a la vida!
(Pienso)
Nada mejor que bailar en medio de tanta confusión (ajena)
Roman me escribe desde Zurich, está con bajón. Parece que es época de bajones a nivel universal. Ya no se trata de hemisferios.
Cuenta que mientras me escribía sentía ganas de abrazarme. Lo extrañé tanto…Lo quise abrazar tanto…Sin embargo, le respondí tratando de hacerle recordar aquellos buenos tiempos cosa de que buscara su esencia, ya que se ve, se encuentra muy lejos de ella. De todas maneras, tiene la primavera de su hemisferio en estos momentos, así que le resultará fácil.
Recordé que el día que me dijo que no estaba enamorado de mí, lloré un poco junto a Romina y Jimena, pero a las pocas horas estábamos entrando a Rote Fabrik, a punto de bailar toda la noche, en vez de pagar hotel antes de partir para Ámsterdam. Así que mi duelo quedaría para cuando volviera de una girita por las Europas. Y el duelo, sería en realidad por despedirme de mi hermana y amiguísima, luego de quince días de juerga para ponerme a laburar y figurarme de una vez en la vida, la manera de encontrar un rumbo. Comimos unos fideos en la cocina de mi departamento en Limmatplatz y me fui laburar para ya no volverlas a ver hasta quién sabe cuándo.
Y recordé que en cuanto mi último amor, a pesar del karma que actualmente me encuentro pagando a la AFIP universal, también pude sanar unas cuantas heridas escapando a Ámsterdam, casi sin pensarlo y de sorpresa. Casi sin aviso. Y con respecto a la deuda impositiva…a bancarla de manera estoica.
Ámsterdam: ¡Qué linda que es!
Canales, bicicletas, barcos, casas-barcos, buena onda, café, cerveza y ganja junto a Van Gogh y Ana Frank. Quesos, un tinto y el barrio rojo junto a la centraalstation + algun que otro junkie. El pasajecito del centro en el cual viven un par de locos en un local a la calle y desde ahí, observar sus huevos siendo cocidos a la hora del desayuno. El ferry hacia la isla de enfrente en donde está el “oui y no se que” todo naranja. El viaje hacia la copa en tren de dos pisos a través de campos de tulipanes. No hace falta nada más que mirar por la ventana y sonreir! Y bailar una polka (?) con los suecos puestos, mientras sigo mirando por la ventana del tren. Y no me queda otra que transportarme en el tiempo. Y todo me lleva a esa época, may-be-a un punto de encuentro. Más allá de lo nuevo conocido y los amigos por conocer.
Y retorno al poco tiempo a mi Buenos Aires querido, el cual no dejaría por nada ni nadie en el mundo. A medida que pasan los años, más me quiero quedar en esta ciudad. Me recibe además del dengue, la pandemia, los barbijos y toda la paranoia. Y me pregunto: ¿Tanto miedo a morir tiene la gente?
Abro la puerta de casa, mi hija, Lola, su baño, su rutina, mañana a las 6 up para ir al colegio, yo descanso y recibo los días y los bendigo y bendigo a mi hija y doy gracias por todo lo que hoy tengo, todo lo que quiero y lo que siempre quise. Por eso es que estoy donde estoy.
Visité a mi vieja el otro día. Y como siempre me pasó, me puse a revolver cajones en su casa. Encontré unas postales, una foto de Mischa tomando mate, una foto que sacó de mis ojos y la envió como postal y una de Radio Lora, la radio ilegal de Zurich con un dibujo muy radical, de esos que me gustan, de esos que traen recuerdos gratos, y sonrío.
2 comentarios:
La gente tiene miedo a morir, pero se queja y se muestra cansada de vivir.
En qué buen momento leo esto
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