martes, 9 de junio de 2009

EFECTO RESIDUAL

Y ahora que lo pienso: uno nunca baila
como uno piensa que baila y recièn lo comprende cuando se observa bailando en
una pelìcula que alguien filmò en una fiesta. Ah, no es posible que nos movamos
asì. Lo mismo nos ocurre cuando oìmos por primera vez nuestra voz grabada en una
cinta: no se parece casi en nada a la voz que sale de dentro del cuerpo y vuelve
a meterse por los oìdos. Algo similar sucede con la mayorìa de las relaciones
que desarrollamos a lo largo de nuestra vida: no bailan como pensamos que
bailan, no suenan como pensamos que suenan, pero preferimos no darnos cuenta de
ello y mantenernos y mantenerlas lo màs lejos posible de los micròfonos y de las
filmadoras.

Rodrigo Fresan

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