miércoles, 10 de junio de 2009

ESTA ES MI FOTO FAVORITA DE LOS BEATLES

Imagino que debe haber habido un momento de mucha risa ante esta sesión y en ese momento. Lennon está en el back. Casi mimetizado con la naturaleza que lo rodea, en clímax, seguro que si. Al igual que el groso de Harrison, a mi entender, el más sensible de todos. Pareciera como que no está posando sino esperando a los duendes mágicos que saldrán en algún momento, de las Digitales que lo rodean.
Pero al verles la cara a Mc Cartney y Starr, se pueden ver rastros de “Qué hago parado acá chango! Esto es too much boló, Dejémonos de joder un poco con la psicodelia! Mirá dónde terminamos sacándonos una foto!!!”

De cualquier manera, es mi favorita:

En el 95, viviendo en Londres, nos fuimos hasta King´s Cross Station con Jime y nos tomamos un tren a Liverpool. No recuerdo cuanto tardamos en llegar desde Londres. No mucho. Sí recuerdo sacar mi billetera en pleno viaje y sin decirle nada a mi hermana, meter en mi boca un triangulito de cartón el cual, descansó bajo mi lengua un largo rato.

Llegamos a Liverpool y lo primero que hicimos fue buscar cualquier cosa que dijera Beatles. Por supuesto que hay un circuito armado. Pero como siempre me sucede, escapo a todo lo estandarizado y busco mi camino.
Encaramos para el puerto. Me recordó mucho a los docks de Madero. A esta altura, yo ya me había metido en un quiosquito local en busca de alguna de esas pelotudeces que tanto me gustan. Y fue entonces cuando el cartoncito comenzó a hacer efecto y la risa ya hacía magia con mi conciencia. Lentes, caramelos, chocolates. Todo lo necesario para una travesía de un día en Liverpool! Y de repente, claro, postales y posters. Y ahí estaba esta foto. “QUIERO ESO! Quiero ese poster! Quiero estar ahí con ellos! Mirá, mirá! Las Floooooooores! Qué lindas!” Solo quería meterme en el poster y quedarme un rato con los cuatro. Años pasaron hasta que me enteré que las flores que los rodean son las hermosas Digitalis. Planta psicoactiva o en el lingo común: alucinógena.
Salí del quiosquete con una bolsa que me pringó todo el bloody day! Pero no importó nada más. Yo ya era feliz de estar en la ciudad de ellos, pisando las mismas veredas. Mi hermana quiso visitar el museo conmemorativo en donde se puso a llorar frente a un piano blanco con unos lentes “lennonescos” apoyados sobre el mismo. Traté de hacerle entender que ese no era el piano de Lennon (Dejate de joder! Lo tiene Yoko boló) Pero en cuanto me solicitó respeto ante el piano blanco, yo ya me había ido a abordar el submarino amarillo que se proyectaba en la pared: “¡¡¡Por dónde ostias se sube!!!!!”
Salimos del museo y de repente, aluciné con un torre negra que se veía a lo lejos y bien alto. Y ese fue mi objetivo. Ya no importaban los Beatles, ni las Converse turquesa charoladas que había comprado a 5 pounds. “Vamos a la torre!” Y fuimos. El camino fue muy largo y todo en subida. Jime me maldijo toda la travesía y lo único que me causó fue risa. Le terminé confesando lo del cartón y mientras me sermoneaba, llegamos a la cumbre. Era una universidad y a la torre era imposible entrar. Estaba cerrada y aunque no lo hubiera estado, el “Maestro de las llaves” nunca nos hubiera hecho ese favor. Entonces encaramos la bajada y llegamos a The Cavern. Nos tomamos una birra y todo ese tiempo, nos quedamos en silencio, mirando, tratando de percibir algún recuerdo vivo escondido por ahí…(Jime también lloró) Fue groso. Muy groso.
Volvimos a la estación y nos tomamos un tren de vuelta a Londres. Llegamos muy tarde a Brixton. Lo primero que hice al entrar en mi habitación fue pegar el poster en la pared. Me tiré en la cama, me comí un Kit Kat y me quedé dormida, mirando la foto. Seguro que en sueños, estuve ahí!

2 comentarios:

lucianakalas dijo...

Ésto es buenísimo!!
Me encanta .

Lala dijo...

Loved it!